Solo daremos un par de tips que anticiparán este decálogo del buen contenido (por si no superas que lo que necesita tu empresa es una buena estrategia de contenidos). Cosa número uno. El contenido es como el body pump: con una inversión de tiempo mínima, obtienes beneficios inmediatos. Cosa número dos: el rendimiento de un contenido puede ser imperecedero. ¿Qué significa esto? Pues que un artículo escrito en 2012 (del que por supuesto ni te acuerdas) puede seguir dándote beneficios en 2021.
1. Vincula tu contenido a tu producto
Hay, por ejemplo, empresas de reservas de habitaciones en destinos que cogen datos abiertos al público, los estudian brevemente, les dan un significado y cuentan un hecho noticiable. Ejemplo de noticia: Barcelona es la ciudad más etiquetada de España en Instagram.
Si luego tienes el talento para hacérselo llegar a quien le tiene que llegar, es muy posible que los medios publiquen esa información con link a tu web (consejo: si cuando haces el clipping, ves que no te han mencionado, siempre puedes mandarles un push pidiéndoles que lo hagan).
2. Crea contenido viral
Está mal visto ahora, lógico, pero la viralidad es buena (al menos) para tu marca.
La viralidad es, en definitiva, la aspiración última de un creador de contenido con voluntad monetaria. Es un poco como la intención que subyace al emprender, al crear una empresa: ganar dinero. Ahora bien, no es magia.
Con lo cual, de esto se entiende una cosa: crear contenido viral es muy difícil, pero si das con la tecla, con un tono y con un tema que pueda ser recurrente puedes tener mucho ganado. Para eso, como con todo en esta vida, lo mejor es rodearse de expertos.
Los criterios para establecer qué es viral, por cierto, son cambiantes y cada empresa lo hace adaptándolo a sus métricas: habrá quien diga que lo viral es una noticia que se lee cinco veces más que la media. Y luego habrá otro criterio que es el subjetivo: si un artículo es muy leído, no hace falta conocer sus métricas para saber si es viral.
3. No todo es el blog
No todo es el blog, ni mucho menos. Si bien es cierto que el 33% de los compradores miran el sitio web de la marca antes de comprar, las formas de llegar hasta la web son muy variadas. Por eso, aunque se pueda entender como otra categoría, los tentáculos del marketing de contenidos también llegan hasta Instagram, hasta Facebook y, por qué no, hasta TikTok (link a artículo: esto lo dejo así porque lo actualizaréis vosotros en el CMS linkando el artículo del diccionario).
En ese sentido, cabe otra cuestión: el marketing de contenidos no es exclusivo de tu blog, sino que abarca todos los sitios en los que dices o dicen algo de ti.
4. Crea contenido multiplataforma
Aquí somos muy fans del reciclaje, del refrán “ya que el Pisuerga pasa por Valladolid”, de la ley del mínimo esfuerzo y de la ley de rendimientos decrecientes. Es decir: si vas a crear un contenido (y esto se adapta a la creación de texto y a la visual), es muy posible que un pequeño esfuerzo adicional te permita adaptarlo a otras plataformas.
Ejemplo: una foto que creas para que sea portada de un artículo, con un par de retoques puede convertirse también en una story maravillosa.
5. Arriesga
Las posibilidades de repercusión sin arriesgar son mínimas. Ahora bien, una campaña comunicativa potente te puede poner en la picota mediática. A veces se recurre a los tópicos porque en ellos está toda la sabiduría humana: quien no arriesga, no gana. Ante pocos recursos, las muchas ideas y los muchos formatos.
6. No te olvides del SEO
En los diez últimos años hemos dejado de ver la tele, han desaparecido las cabinas telefónicas de las ciudades y casi nadie paga en efectivo. ¿Pero sabéis que no ha cambiado? La importancia del SEO: el SEO, esa cosa que se intuía que era importante en 2010, ha reforzado su valor en 2020. Y, actualmente, vivir de espaldas al SEO es como ser terraplanista.
7. La calidad visual
Instagram y TikTok son las dos redes sociales más descargadas en los últimos años. ¿Qué tienen en común? Premio, la preponderancia de la imagen. No hace falta consultar Apple Store para saber que la imagen es clave en nuestros tiempos y que si una página no atrapa por la identidad visual, es muy posible que el lector la abandone.
8. El tono de marca
Y hablando de identidad de marca. Piensa en las empresas que lo están petando a nivel comunicativo (sea el tipo de empresa que sea): son reconocibles. Pensemos, por ejemplo, en Netflix y en cómo han forrado España con carteles provocativos sobre su serie Sex Education.
Toda marca tiene un branding, un tipo, unos colores reconocibles… y un tono. Aquí somos muy fans del humor. Aunque, ojo con el humor. El humor, esto lo dice el escritor Antonio Orejudo, es más difícil de tratar que el drama: a todos nos entristecen las mismas cosas y no a todo el mundo nos hacen gracia las mismas.
9. ¿Hasta dónde quieres llegar?
Seguro que hasta el infinito y más allá, como diría aquel. La pregunta es, más bien, ¿adónde quieres llegar y cuánto estás dispuesto a pagar por ello?
Lamentablemente es obvio que tu presupuesto para tu próxima acción no es de 15 millones de euros (no nos engañemos, sino no estarías leyendo un blog: estarías gastándolos alegremente).
Dicho esto: si tu referente visual es Canadá y no puedes llegar a las cotas de calidad que ellos alcanzan en sus vídeos, igual es mejor asumir otra estrategia. Es importante no quedarse a medio camino. El ejemplo perfecto es el restaurante que ofrece gamba roja, que no tiene en la nevera y que a cambio te da gamba blanca (pintada de rojo y sin avisarte). Pues estaría feo.
10. Paciencia
En dos refranes: Roma no se construyó en un día y con paciencia y con saliva se la metió el elefante a la hormiga. Es preferible avanzar despacio, no precipitarse, hacer las cosas bien, elegir bien cada movimiento y definir tono y estrategia para, poco a poco, crear tu imperio de contenidos.